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Los cenotes pineros merecen un guiño de la ciencia

Los incontables alevines que nadan en ese espejo de agua demuestran la vitalidad de ese ecosistema, sitio donde hay mucho por descubrir, estudiar y divulgar para conocer mejor el patrimonio a preservar.

Los cenotes —testigos silenciosos del pasado geológico de Isla de la Juventud— como ecosistemas acuáticos subterráneos bien merecen un guiño de la ciencia, además de representar un tesoro invaluable para el turismo ecológico.

Estas formaciones naturales integran la lista de propuestas de sitios patrimoniales naturales. Su localización en el Área Protegida de Recursos Manejados Sur de la Isla de la Juventud, la más extensa y, a su vez, preservada de la actividad antrópica, quizá sea una de las causas del desconocimiento o pocos estudios debido a las restricciones de acceso.

Guiada por guardabosques del Circuito Sur, quienes conocen como la palma de su mano los bosques que se extienden entre la parte meridional la Reserva Ecológica Ciénaga de Lanier y el litoral, llega la Agencia Cubana de Noticias hasta donde se encuentran dos de los cuatro cenotes que hasta ahora se conocen.

Por la oscuridad de aguas se supone que este cenote tiene gran  profundidad, además las deposiciones de materia vegetal en los fondos durante siglos deben proceder de los bosques circundantes, donde abundan el guao de costa, hicacos, curujeyes y orquídeas silvestres, comenta Leonel Carrazana, guardabosque con muchos cientos de kilómetros desandados en esos montes.

Refiere la literatura consultada que la formación de un cenote —dolina o conocido por los mayas como “tz’onot”— es resultado de la erosión de las rocas de carbonato de calcio debido a la acción de las lluvias hasta desplomarse parcial o totalmente y dejar una oquedad en el suelo. Igual influencia ejercen en ese proceso las aguas subterráneas.

Cuenta Carrazana que aquí abundan especies endémicas como la biajaca (Nandopsis Tetracanthus) y la tortuga o jicotea cubana (Trachemys decusata) y cuando llegan las lluvias y la ciénaga se desborda, no es raro ver al cocodrilo cubano (Crocodylus rhombifer), réptil que se encuentra en peligro de extinción.

Los  incontables alevines que nadan en ese espejo de agua demuestran la vitalidad de ese ecosistema, sitio donde hay mucho por descubrir, estudiar y divulgar para conocer mejor el patrimonio a preservar.

Tomado de ACN

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