Cuba presenta en su Pabellón en la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático COP 28, dos de sus iniciativas relacionadas con la ciencia, la tecnología y la innovación y la financiación climática: la Fundación IRIS y proyecto ECOVALOR.
La Fundación IRIS, la primera de su tipo en Cuba, forma parte de la arquitectura nacional para el enfrentamiento al cambio climático y se vincula a las actividades de ciencia, tecnología, innovación, formación y desarrollo, mediante la gestión de fondos y la incubación de proyectos de investigación, transferencia tecnológica y gestión.
Constituida oficialmente en abril pasado a tenor del Decreto 77 firmado por el primer ministro de Cuba, Manuel Marrero, su nombre es un acrónimo de elementos que serán claves en su accionar: IRIS=Investigación+Resiliencia+Innovación+Sostenibilidad.
Los objetivos de la fundación, detalla el decreto, son sistematizar el conocimiento científico y los saberes acumulados en la sociedad cubana para su aplicación en el desarrollo económico y social sostenible antes la variabilidad del clima y el impacto del cambio climático y la necesidad de implementar medidas de adaptación y mitigación.
A su vez, se enfocará en contribuir al fortalecimiento del desarrollo local, fomentar la participación activa de amplios sectores de la sociedad cubana, en materia de enfrentamiento al cambio climático e insertarse en los esfuerzos regionales para la adaptación y la mitigación, a partir de los conocimientos científicos, del capital humano y las capacidades institucionales creadas en el país.
Igualmente, se encargará de conducir estudios y celebrar eventos científicos y tecnológicos de socialización del conocimiento y reuniones nacionales e internacionales en su área de actividades y difundir los resultados de los proyectos nacionales e internacionales y realizar acciones de comunicación.
Según estableció el Decreto 77, la fundación estará enfocada en la búsqueda, captación y canalización de financiamiento para apoyar los esfuerzos del Estado y contribuir al cumplimiento de las estrategias y compromisos nacionales e internacionales en este ámbito.
Según anunció en la presentación, la entidad surgió ante la necesidad de dinamizar las conexiones entre los mecanismos aportadores de capital y los sujetos que intervienen en la ejecución de acciones referidas a la protección medioambiental.
Una apuesta por el medio ambiente
Su nombre es tan largo como amplios sus propósitos. El proyecto Incorporando consideraciones ambientales múltiples y sus implicaciones económicas en los paisajes, bosques y sectores productivos en Cuba ECOVALOR es una apuesta por el medioambiente en Cuba.
Con financiamiento del Fondo Mundial para el Medio Ambiente, lo implementa el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en cinco provincias cubanas, Pinar del Río, Matanzas, Villa Clara, Las Tunas y Holguín y 30 municipios costeros, excepto en Matanzas, donde se trabaja en la totalidad del territorio, con ejecución del Centro Nacional de Áreas Protegidas.
De acuerdo con su coordinadora, Juliett González Méndez , se trata de una iniciativa que “busca generar beneficios ambientales, con la identificación e implementación de mecanismos económicos y financieros, que tomen en cuenta los servicios ecosistémicos y sus implicaciones económicas”,
La iniciativa, agregó, “tiene varios niveles de trabajo, desde el nacional, el provincial, tomando Matanzas como provincia entera y desde el municipal, con los municipios costeros” e incorpora acciones en varios sectores productivos, más allá de la conservación de las áreas protegidas, entre ellos, el de los hidrocarburos, pesquero, agroforestal y el turismo.
El proyecto busca establecer buenas prácticas productivas a partir de la valoración económica de los servicios ecosistémicos en cada uno de esos sectores. Ese término, aclaró la coordinadora, se refiere a aquellos servicios que brinda la naturaleza y que son útiles a los seres humanos, por ejemplo, la polinización y dividen en varias categorías: de provisión de alimentos, de regulación; de soporte, por ser hábitat de especies y el cultural, aquellos recreativos o de tradiciones.
Para ello, involucra a diversos instituciones y organismos, entre ellos, los ministerios de Finanzas y Precios; Economía y Planificación, Banco Central, la Oficina Nacional de Estadísticas e Información, la academia y centros de investigaciones, incluidas las marinas, pesqueras, de suelos y el Acuario Nacional de Cuba.
Iniciado en 2018 y con una duración de seis años, ha tenido un fuerte trabajo de capacitación, al principio para nivelar estos conceptos y esos temas incipientes en Cuba, así como una campaña de visibilidad, en las redes sociales.
Entre sus resultados parciales se encuentran la capacitación, más allá de las áreas protegidas; la inserción en el marco legal de muchos sectores de la valoración económica de los servicios ecosistémicos, entre ellos, en la Ley del Sistema de Recursos Naturales y de Medio Ambiente.
Ya en términos prácticos, ejemplificó, en el norte Villa Clara, donde casi toda la superficie marina está protegida y donde se realizan actividades económicas como la pesca, resulta difícil lograr un equilibrio de la explotación con la conservación.
Para ello, ECOVALOR propició la instalación de granjas para el cultivo de ostiones, cerca de los manglares, de manera que las larvas encuentren un lugar donde adherirse y estos se cosechen desde los tendales y no de las raíces desde el manglar.
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