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Cuba apuesta por reducción progresiva de mercurio

La OMS ha clasificado al mercurio como uno de los diez principales productos químicos de mayor preocupación para la salud pública, junto con el plomo, el arsénico y la contaminación del aire.

Cuba desarrolla este 27 de junio taller de cierre del proyecto GEF-PNUMA (Fondo Mundial para el Medio Ambiente-Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente) para la creación de las capacidades iniciales para la gestión del mercurio en Cuba.

Según declaró Jorge Álvarez Álvarez, director general de la Oficina de Regulación y Seguridad Ambiental (ORSA), del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), el proyecto MIA, como conoce internacionalmente,  es una iniciativa para la creación de las capacidades iniciales para implementar en Cuba el convenio de Minamata sobre mercurio.

En el proyecto, destacó, están todos los sectores productivos y de servicios del país, donde se pudieron identificar sus emisiones de mercurio con el fin de trazar un plan de acción para trabajar en su reducción progresiva.

El proyecto MIA para Cuba es ejecutado por la Oficina de Regulación Ambiental y de Seguridad Nuclear (ORSA) y se financia a través del Centro Regional de los Convenios de Basilea y Estocolmo (BCCC-SCRC), con sede en Montevideo, Uruguay.

Una meta ambiciosa

El mundo se ha puesto una ambiciosa meta: eliminar lo más pronto posible las emisiones de mercurio. 128 países ya han firmado el Convenio de Minamata establecido en octubre de 2013 para prohibir su uso y su liberación al medio ambiente. Hasta la fecha, este pacto ha sido ratificado por 10 naciones.

Según la página del GEF, a finales de 2014, representantes del Comité Intergubernamental de Negociación sobre el Mercurio se reunieron en Bangkok para elaborar un instrumento jurídicamente vinculante para eliminar las emisiones futuras de la toxina. La conferencia fijó las pautas para la implementación del Convenio de Minamata y abordó algunos de los principales desafíos que enfrentan los países signatarios.

El mercurio es el único metal que es líquido a temperatura ambiente. Conocido por los antiguos griegos como “plata líquida”, el mercurio elemental se ha utilizado para una gran variedad de funciones desde que fue descubierto hace 4.000 años. Hoy en día se encuentra más comúnmente en los termómetros, lámparas fluorescentes, baterías, ciertos fármacos y medicamentos y extracciones en la industria minera.

Las minas artesanales de oro son las peores contaminantes de mercurio, responsables de 37% de las emisiones de este metal durante el proceso de fundición. Sin embargo, están lejos de ser las únicas.

Se estima que alrededor del 80% del mercurio se libera en el aire a través de la quema de combustibles fósiles (sobre todo carbón), operaciones de minería y fundición e incineradores de residuos sólidos. Del 20% de las emisiones restantes, un 15% va a los suelos a través de fertilizantes y el uso de pesticidas,  así como las baterías, interruptores eléctricos y termómetros desechados en los vertederos. El restante 5% es lanzado directamente a las aguas a través de los desechos industriales.

En 2010, alrededor de 1.960 toneladas de mercurio se emitieron a la atmósfera en todo el mundo. Una vez liberado, este contaminante viaja, rápidamente y sin degradarse, largas distancias, impulsado por las corrientes de aire. Como resultado, el metal ha llegado incluso hasta las zonas más remotas del Ártico.

El mercurio es absorbido en la cadena alimentaria a través de la flora y fauna, a menudo acumulándose en los organismos de peces y mariscos. Como los peces más grandes se comen peces pequeños contaminados, la cantidad de mercurio se “biomagnifica”, afectando la salud humana y los ecosistemas.

El mercurio es una neurotoxina altamente potente. En 1956, se descubrió que los residentes de una remota aldea de pescadores en Japón sufrían de una enfermedad neurológica debilitante. Ahora conocida como la enfermedad de Minamata, bautizada así por el nombre de esta aldea, es un síndrome de intoxicación grave por mercurio que ataca el sistema nervioso.

En Japón, la causa de la contaminación de Minamata se halló en la mala gestión del uso del mercurio por parte de una planta química local, que vertía sus desechos en la bahía. Dado que no se puede eliminar a través del proceso de cocción, los residentes se vieron afectados cuando comían pescado y marisco capturado en esa costa.

La OMS ha clasificado al mercurio como uno de los diez principales productos químicos de mayor preocupación para la salud pública, junto con el plomo, el arsénico y la contaminación del aire.

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