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Centro de Investigaciones Marinas, ¡a toda vela!

En el centro prevalece una mezcla generacional que garantiza el traspaso del conocimiento y la experiencia de los especialistas con más años de labor, a los jóvenes recién incorporados.

Fundado el 9 de marzo de 1970, el Centro de Investigaciones Marinas de la Universidad de La Habana (CIM-UH), tiene el propósito fundamental de contribuir a la conservación y uso sostenible de los recursos de nuestra plataforma insular, mediante la obtención de nuevos conocimientos científicos y la formación de profesionales altamente calificados en pregrado y posgrado.

Avalado por su condición de ser la entidad investigativa más antigua de la UH, el CIM devino en una de las instituciones insignes de las ciencias marinas en Cuba, tanto en el plano investigativo como docente, en particular en las áreas de la biología marina, la acuicultura y el manejo de zonas costeras, con un enfoque integral, multidisciplinario y acorde a los estándares de calidad, exigidos a nivel internacional.

Su colectivo lo conforman en la actualidad 40 trabajadores (17 hombres y 23 mujeres), de ellos 35 se dedican a las actividades de ciencia, tecnología e innovación y la docencia, incluidos diez adiestrados. Ocho son doctores en Ciencias y nueve profesores entre titulares, auxiliares, asistentes y un instructor.

Prevalece una mezcla generacional que garantiza el traspaso del conocimiento y la experiencia de los especialistas con más años de labor, a los jóvenes recién incorporados al centro.

CARTAS CREDENCIALES

La doctora Julia Azanza Ricardo y el doctor José Andrés Pérez García, directora y subdirector del CIM, respectivamente, dijeron a Granma que la institución dispone de tres grupos de investigación dedicados a la Ecología Marina, Acuicultura y Conservación y Manejo de los Recursos Marinos.

«En la actualidad el centro se enfoca en el estudio de algas, peces, pastos marinos y arrecifes de coral, además de grandes vertebrados que incluyen, por ejemplo, tortugas, manatíes, tiburones y rayas.

«De manera general, las investigaciones ayudan a un manejo más racional y eficiente de los valiosos recursos del mar que atesora el archipiélago cubano».

Según precisó la doctora Julia Azanza, una de las aristas priorizadas ha estado centrada en la conservación de especies amenazadas, como las tortugas marinas y manatíes, para lo cual resulta esencial el apoyo recibido de las comunidades locales y un extenso grupo de voluntarios, que han contribuido a recopilar valiosa información.

Con relación al denominado manatí antillano (Trichechus manatus), las expediciones científicas realizadas y las referencias de pescadores, indican que las zonas donde más puede visualizarse se localizan en la costa norte y sur de Pinar del Río, oeste de la Isla de la Juventud, Ciénaga de Zapata, norte de Matanzas y Villa Clara, río Máximo en Camagüey, sur de Granma, y en la desembocadura del Cauto.

Los resultados de las investigaciones a lo largo de las últimas dos décadas permitieron determinar que la caza ilegal, constituye la causa de muerte más frecuente del manatí en Cuba, y las mayores amenazas a su supervivencia provienen del empleo de artes de pesca como el arrastre de redes, en las que pueden quedar atrapados y morir, la colisión con embarcaciones, el deterioro ambiental de los ríos y la tala de los manglares.

Para la doctora Julia Azanza, uno de los proyectos promisorios es el relacionado con el uso sostenible de la planta marina Thalassia testudinum en biomedicina, cuyos resultados redundarán en la obtención de un nuevo producto de aplicación para la salud humana, con un enfoque conservacionista y tomando en cuenta los preceptos del protocolo de Nagoya para la protección de los recursos genéticos del país.

Además de sus potenciales usos en Medicina, dados los efectos  antioxidantes, antivirales, antibacterianos y antinflamatorios de algunos de sus componentes, la Thalassia testudinum, que forma parte de los pastos marinos cubanos, brinda protección al litoral contra el efecto e intensidad de las marejadas provocadas por fenómenos meteorológicos extremos, sirve de hábitat y fuente de alimentación para otras especies marinas en crecimiento, además de contribuir a regular los niveles de carbono en la atmósfera, mediante su absorción o secuestro.

ARRECIFES DE CORAL EN LA MIRILLA

La conservación y manejo de los arrecifes de coral someros alrededor de la plataforma cubana constituye una prioridad dentro del abanico de investigaciones impulsadas por el CIM.

Sobre el tema, la doctora en Ciencias Patricia González Díaz, presidenta del Consejo Científico de la institución, aseveró a este rotativo que avanzar en el logro del objetivo enunciado contribuirá al cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible y a la Tarea Vida, Plan de Estado para el enfrentamiento al Cambio Climático.

Calificó de verdadero hito la realización del Bojeo a Cuba, entre el 18 de julio y el 4 de septiembre del año recién finalizado, a bordo de la embarcación Oceans for Youth, expedición que tuvo en el CIM a uno de sus principales líderes.

El propósito fundamental del periplo (involucró a representantes de diez instituciones nacionales, pertenecientes a varios ministerios), consistió en evaluar la salud de los arrecifes coralinos, incluyendo su densidad y diversidad, y la de grandes depredadores, en particular los tiburones.

«Si bien el CIM venía trabajando fuerte en el monitoreo sistemático de eventos de blanqueamiento y en el control de la enfermedad del síndrome blanco y de la especie invasora Unomia stolonifera, un coral blando letal para los arrecifes, el bojeo se convirtió en el proyecto de más trascendencia acaecido en nuestro país en el campo de las ciencias marinas en muchos años. Sus resultados finales marcarán un antes y un después en los esfuerzos nacionales por preservar tan valioso ecosistema, significó la doctora Patricia González.

Tomado de Granma

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