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COVID-19 en Cuba, bajar cifras y no la responsabilidad

Cuando Cuba ha dejado detrás más de 135 días de combate activo a la COVID-19, solo puede aspirar- no podemos permitirnos otras opciones, pues sería dar marcha atrás- a que bajen las cifras de contagios y no la responsabilidad individual y colectiva.

Lo contrario sería retroceder en todo lo avanzado y poner en peligro tanto esfuerzo e inversiones para preservar las vidas de todos los conciudadanos, quienes cada día están informados como anda la pandemia en el mundo, las Américas y en la Isla, donde existe un control de la enfermedad (los indicadores así lo avalan); no obstante, no se puede perder la percepción de riesgo.

Hay que mirarse en el espejo de la situación universal para comprender que la mayor de las Antillas sigue compartiendo esos peligros, porque no estamos solos ni en una burbuja. El peligro está latente por doquier y pese al paso de más de seis meses de lidiar con este azote, el orbe es testigo de cómo no se logra su contención, sino que más bien lejos de disminuir, crecen los contagiados y las mueres con récords espeluznantes.

Con tal panorama a la vista ninguna precaución está de más y estar siempre alertas es un consejo cotidiano y reiterado por las autoridades cubanas, quienes siguen pesquisando buscando casos asintomáticos para aislarlos y así evitar a tiempo la propagación del virus. Este proceso es a nivel nacional y no solo en los territorios con reportes.

Porque constituye el deseo común de todos de tener una familia, comunidad y nación saludables, entonces se imponen la cautela, disciplina, autorresponsabilidad y mantener las medidas preventivas, harto conocidas tanto por infantes como adultos.

Solo el cumplimiento ESTRICTO del uso del nasobuco, el distanciamiento social, la higienización con el hipoclorito y la restricción de los movimientos, a no ser por necesidades impostergables, validan que la población se proteja de este mal, que en el orbe ha contagiado a casi 16 millones, más de la mitad en las Américas, y enlutado a casi 640 mil familias.

Cuando tales recomendaciones no se respetan, pues entonces sobrevienen los focos y los eventos de transmisión local.

Ahí tenemos el ejemplo reciente de Bauta, en Artemisa, donde se efectuó una fiesta con más de una veintena de invitados. Ahí nadie midió las consecuencias. Huelgan los comentarios y las críticas, porque resulta una cosa inaudita que derivó en una cuarentena para la zona en cuestión y donde han sido infestados incluso menores de 20 años. Menuda irresponsabilidad

Mirémonos todos en las secuelas de procederes incorrectos y optemos por llamarnos nosotros mismos a capitulo. La semana ha comenzado con un número superior de casos y esto reafirma la necesidad de no confiarnos y optar siempre por la disciplina y por lo que está establecido.

Lo que el país ha logrado indica esfuerzos, sacrificios, aporte de científicos y personal de la salud, voluntad política y resultados reales, pero ante cualquier descuido tal posición de control de la pandemia en el horizonte nacional puede conllevar a otros contagios, focos y eventos. Ese es un lujo que no nos podemos dar.

Que el verano y su disfrute no nos ciegue. Para Cuba solo hay un camino: bajar las cifras y no la responsabilidad individual y colectiva.

Fuente: Agencia Cubana de Noticias

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