El ministro de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente (Citma) de Cuba, Armando Rodríguez Batista se refirió a las necesidades diferenciadas de financiamiento de los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (PEID).
En su intervención en el Diálogo Ministerial de Alto Nivel sobre Finanzas Climaticas de la #COP30, el ministro agradeció a la Presidencia de la conferencia por la oportunidad para abordar un tema crucial: la financiación climática.
A su vez, reconoció el liderazgo y el compromiso demostrados al orientar estas negociaciones hacia resultados ambiciosos y equitativos.
“Como Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (PEID), nos encontramos en la primera línea de los impactos climáticos. Nuestras economías, ecosistemas y comunidades son desproporcionadamente vulnerables al aumento del nivel del mar, la intensificación de las tormentas y la alteración de los patrones climáticos. Para nosotros, la adaptación no es opcional, sino una cuestión de supervivencia”, destacó.

Según expresó, las últimas evaluaciones ponen de manifiesto una realidad preocupante: se prevé que las necesidades de financiación para la adaptación en los países en desarrollo asciendan a entre 310.000 y 365.000 millones de dólares anuales para 2035 (a precios de 2023), y, ajustadas a la inflación, estas cifras se elevan a entre 440.000 y 520.000 millones de dólares anuales.
Los flujos actuales de financiación para la adaptación, considero, siguen siendo alarmantemente bajos —apenas 26.000 millones de dólares en 2023—, lo que genera un déficit de financiación para la adaptación de entre 284.000 y 339.000 millones de dólares anuales.
Además, “la financiación en condiciones favorables, si bien es fundamental, está disminuyendo en relación con los préstamos no favorables, lo que impone cargas adicionales a los Estados vulnerables como el nuestro”.
Al respecto, señaló que el nuevo objetivo colectivo cuantificado (NCQG) de 300.000 millones de dólares para 2035 es insuficiente, sobre todo porque abarca tanto la mitigación como la adaptación y no tiene en cuenta la inflación.
“Exigimos con urgencia un subobjetivo de adaptación y que el NCQG refleje los costes reales. Los modelos innovadores son bienvenidos, pero no bastarán por sí solos para cerrar el déficit”, insistió.
Rodríguez Batista enfatizó además que “para alcanzar el objetivo global de adaptación, debemos poner en práctica la Hoja de Ruta de Bakú a Belém. Esto exige un firme compromiso de los países desarrollados, de conformidad con sus obligaciones en virtud de la Convención y el Acuerdo de París”.
“Para los PEID, la financiación en condiciones favorables y el apoyo mediante donaciones siguen siendo indispensables para evitar agravar su vulnerabilidad ante la deuda”, agregó.
Al respecto, indicó que “a pesar de estos desafíos, mantenemos la confianza en que la COP 30 estará a la altura de las circunstancias. Con voluntad política y solidaridad, podemos cerrar la brecha de financiación para la adaptación, fortalecer la resiliencia y cumplir la promesa del Acuerdo de París para todas las naciones, especialmente las más vulnerables”.
Al concluir su intervención, convocó: “trabajemos juntos para garantizar que ningún país se quede atrás”.
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