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El hombre imprescindible de los archivos cubanos

Cuando se rebusca en la historia de Cuba aparecen nombres imprescindibles como Emilio Roig de Leuchsenring, padre fundador de la Oficina del Historiador de la Ciudad (OHC) en el Palacio de los Capitanes Generales, de La Habana.

En ese entonces, la institución constituyó una novedad, pues su fundador venía creando un sistema institucional que fuera útil a la armónica estructura de la Cuba que su generación vanguardista deseó realizar para el país.

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Abogado de profesión e historiador de vocación, Roig dedicó gran parte de su vida a proteger y divulgar el patrimonio histórico de la nación.  Entre sus libros más sobresalientes destacan su Historia de la Enmienda Platt y el titulado “Cuba no debe su independencia a Estados Unidos”. Otras importantes obras publicadas son: “La Habana, apuntes históricos” y “La literatura costumbrista de los siglos 18 y 19”, ambas editadas en tres tomos; así como “Males y vicios de Cuba republicana”, “Los Estados Unidos contra Cuba libre” y “Martí antimperialista”.

En la revista Carteles aparecieron numerosos artículos de divulgación histórica, costumbristas y, sobre todo, dedicados a fustigar los males y la politiquería imperantes en la república neocolonial. Desde las tribunas o en las páginas de libros y revistas, Emilio Roig denunció abiertamente la injerencia norteamericana en los más diversos sectores de la vida nacional.

Resulta necesario referenciar en este texto, sus esfuerzos por rescatar las Actas del Ayuntamiento de La Habana. Documentos de gran importancia para el conocimiento de la historia local, que permiten entender el intercambio entre la metrópoli y su colonia, y des­cubrir los lazos del mundo con Cuba. Además, son representativas de la gestión y administración de una entidad durante la colonia, que destacan por su contenido y su forma.

Al referirse a su antecesor, el Doctor Eusebio Leal ha dicho: “Era un hombre de izquierda, absolutamente laico, opuesto totalmente a la irrupción de la cuestión religiosa en la educación pública. Protagonizó una de las más grandes campañas que se hicieron en Cuba por una escuela cubana, libre. Luchó por un culto y respeto al magisterio cubano. Fue profundamente antiimperialista y apoyó a Mella en la fundación de la Liga Antiimperialista y en la creación de la Universidad Popular José Martí.”

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Por la importancia que requiere la preservación de la memoria histórica, esta ha sido definida como una prioridad del gobierno cubano, en concordancia también con los objetivos de la Agenda 2030 de desarrollo sostenible.

Varias son las instituciones cubanas encargadas de salvaguardar libros, imágenes, documentos y todo aquello que de historia y memoria se trate. Además, constituye un derecho y un deber de los ciudadanos el acceso y la protección del patrimonio, estipulado en la Constitución de la República.El 5 de diciembre de 2008 se fundó la Red de Oficinas del Historiador y del Conservador de las Ciudades Patrimoniales, posibilitando el proceso de ósmosis y transferencia de conocimientos entre especialistas de distintas disciplinas, en la primera década de trabajo de la Red, no solo desde Cuba hacia el resto del mundo sino también al interior del país.

Las primeras seis villas catalogadas como patrimoniales y que contaron con Oficinas del Historiador o del Conservador y sus respectivos Planes Maestros fueron: La Habana, Cienfuegos, Trinidad, Camagüey, Santiago de Cuba y Bayamo.

Con la aprobación del Decreto Ley 346, publicado en la Gaceta de la República de Cuba el 13 de diciembre de 2018, se incorporaron a la Red las ciudades de Sancti Spíritus, Remedios, Baracoa y Matanzas.

Importante labor desarrolla también el Sistema Nacional de Gestión Documental y Archivos, entidad que rige la conservación de documentos y las instituciones involucradas en el proceso y que desde febrero de este año cuenta con una política para su perfeccionamiento.

Está integrado por los archivos históricos provinciales y municipales, archivos centrales de los órganos, organismos de la administración central del Estado, entidades nacionales y organizaciones superiores de dirección empresarial y sus secciones, los de gestión, los especializados, los universitarios, así como los de particulares y personales.

Por eso hoy, a 55 años de su partida física, todo cuanto podamos hacer para honrar su memoria nos seguiría dejando en deudas con él. En una ocasión, al referirse a su deceso, Eusebio Leal expresó: “el 8 de agosto de 1964 murió el Doctor. Todo terminó con él, como suele pasar cuando estamos en el tránsito desde el subdesarrollo a un estadío superior, la desmemoria y el olvido. Vino el gran desastre (…) Por eso no se celebra ese día. Celebramos el 23, el día en que nació en Acosta no. 40, cerca del Convento de Belén, el colegio donde estudió y fue buen alumno; donde estudiarían también Carlos J. Finlay y otros grandes cubanos, como Eduardo Chibás, quien también fue su amigo a pesar de que Emilio Roig nunca militó en ningún partido político” señaló el Historiador.”

 Fuente: Cubahora

 

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